Ciencia y Filosofía, ISSN: 2594-2204
Ciencia y Filosofía, vol. 4, núm. 4. Elia Magdalena Martínez Sánchez, pp. 2-21.
ARTÍCULO ACADÉMICO
EL DISCURSO POLÍTICO DESDE LA PERSPECTIVA PSICOSOCIOLÓGICA
Y SEMIOCOMUNICACIONAL DE PATRICK CHARAUDEAU
POLITICAL DISCOURSE FROM THE PSYCHOSOCIOLOGICAL AND
SEMICOMMUNICATIONAL PERSPECTIVE OF PATRICK CHARAUDEAU
DOI: https://doi.org/10.38128/cienciayfilosofa.v4i4.21
RESUMEN
Elia Magdalena Martínez Sánchez
simoon97@hotmail.com
UNAM
En este trabajo nos interesa delinear las principales características del discurso político
desde la perspectiva del análisis del discurso, especialmente desde el enfoque
psicosociológico y semiocomunicacional propuesto por el lingüista francés Patrick
Charaudeau.
Palabras clave: Discurso político, análisis del discurso, género discursivo, estrategias
discursivas.
ABSTRACT
In this text, we will attempt to delineate the main characteristics of political discourse
from the perspective of discourse analysis, specially from the psychosociological and
semiocommunicational focus proposed by the French linguist, Patrick Charaudeau.
Keywords: Political discourse, discourse analysis, discursive genre, discursive
strategies.
Enviado: 23.10: 2020
Aprobado: 10:11:2020
Ciencia y Filosofía, ISSN: 2594-2204
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INTRODUCCIÓN
Autores como Benveniste (1966), Charaudeau (2009a, 2009e), Amossy (2009), López
Eire y Santiago Guervós (2000), entre otros, han planteado, desde diversas ópticas, la
idea de que en todo intercambio comunicativo subyace la intención de orientar al otro
hacia ciertas maneras de pensar y de actuar, es decir, subyace la intención de influirlo de
alguna manera. Esta idea tiene un claro reflejo en el discurso político, dado que este tipo
de acto comunicativo entraña un proceso de persuasión, que tiene como finalidad
cambiar o reforzar las opiniones y las acciones del auditorio-ciudadano. En este trabajo
nos interesa delinear las principales características del discurso político desde la
perspectiva del análisis del discurso, especialmente desde el enfoque psicosociológico y
semiocomunicacional propuesto por el lingüista francés Patrick Charaudeau.
Complementaremos este enfoque con los modos de persuasión propuestos por
Aristóteles en su obra Retórica y con los planteamientos que han realizado otras
autoridades sobre el discurso político. Pero antes consideramos necesario introducir
algunos aspectos teóricos que nos permitirán realizar una exposición de los
procedimientos que deben considerarse en la determinación de un género discursivo y
una vez considerados estos procedimientos establecer con base en éstos la
caracterización del discurso político.
1
EL ESPACIO DE OBLIGACIONES Y EL ESPACIO DE ESTRATEGIAS
En la propuesta teórica planteada por Patrick Charaudeau un acto comunicativo es
comprendido desde dos espacios: el espacio de obligaciones y el espacio de estrategias.
El espacio de obligaciones establece las condiciones mínimas que hay que satisfacer
para poder producir y comprender un intercambio lingüístico. Estas condiciones
comprenden, entre otros aspectos, el reconocimiento recíproco de los interlocutores (lo
cual les indicará el papel que cada quien debe asumir), así como un saber previo sobre
la experiencia del mundo y sobre los comportamientos de los individuos en una
sociedad. Nos encontramos aquí en un nivel situacional que da cuenta de un espacio
externo que determina la finalidad (fines discursivos) del acto de comunicación, las
identidades psicosociales de los participantes, el área temática a tratar y las condiciones
materiales en las que se desarrolla la comunicación (Charaudeau, 2001). El
reconocimiento tácito por parte de los interlocutores de las convenciones psicosociales
que regulan el acto de lenguaje constituye lo que se conoce como el contrato de
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comunicación. Este contrato representa las condiciones necesarias para poder producir y
comprender un intercambio lingüístico, también representa un marco que estabiliza y
predispone los comportamientos característicos en una situación. El espacio de
estrategias le otorga al sujeto cierto grado de libertad para elegir los medios discursivos
que lo ayuden a lograr de la manera más favorable su proyecto comunicativo. Si bien la
construcción discursiva se determina en parte por las restricciones que impone la
situación de comunicación, éstas no impiden que el sujeto pueda elegir de un conjunto
de procedimientos discursivos posibles, aquellos que mejor le convengan para lograr sus
objetivos comunicativos. Nos encontramos aquí en un espacio interno en el que
acontece el acto de enunciación, que configura la identidad discursiva del sujeto
enunciador y la identidad discursiva del sujeto destinatario (o enunciatario). En este
espacio también se configura el texto, como resultado de las instrucciones dadas por la
situación de comunicación y del proyecto de habla específico del sujeto. Expuestas estas
breves nociones de la teoría en la que nos enmarcamos, tenemos las bases suficientes
para exponer los procedimientos necesarios en la determinación de un género discursivo
y para establecer la caracterización del discurso político desde esta perspectiva.
2
EL GÉNERO DISCURSIVO
El género discursivo, para Charaudeau (2004, 2012), se constituye a través de los
diferentes niveles de estructuración del acto de lenguaje. Cada uno de estos niveles, el
nivel de la situación comunicativa, el nivel de la construcción discursiva y el nivel de la
construcción textual, aporta un principio de clasificación que le es propio.
2.1
El nivel de la situación comunicativa
El nivel situacional establece, en primer lugar, el contrato global de comunicación,
determinando la pertenencia de los discursos a cierto ámbito comunicativo (político,
científico, mediático, religioso). Establecer que una serie de discursos pertenece a un
ámbito de comunicación específico depende de la conjugación de determinadas
condiciones situacionales. Cada situación de comunicación selecciona uno o varios
objetivos para definir su finalidad. En este nivel ambos elementos (finalidad y
objetivos) cobran especial relevancia, dado que determinan la orientación discursiva en
función de la relación que el sujeto comunicante quiere instaurar con su interlocutor. La
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finalidad del acto de lenguaje constituye la respuesta a la pregunta implícita: ¿Estoy
aquí para decir qué?, respuesta que se expresa en términos de fines discursivos
(prescripción, solicitación, información, incitación, instrucción) (Charaudeau, 2001).
Por otro lado, los objetivos son definidos en torno a dos criterios:
1)
La intención pragmática del YO en relación con su posición de legitimidad y en
virtud del tipo de relación que lo une al TÚ.
2)
La posición que al mismo tiempo se le atribuye a TÚ.
Para ilustrar mejor el establecimiento de los objetivos con base en estos criterios,
retomaremos algunas de las descripciones que Charaudeau (2004) hace al respecto:
El objetivo de prescripción: YO tiene la intención de "mandar hacer" (o “no
hacer”) al TÚ. YO está legitimado para mandar hacer y además posee
autoridad para poder sancionar. se encuentra en posición de "deber
hacer".
El objetivo de solicitación: YO tiene la intención de "saber". YO está en
posición de inferioridad de saber frente al TÚ, pero legitimado en su
solicitud. está en posición de "deber responder" a la solicitación.
El objetivo de incitación: YO tiene la intención de "hacer hacer", “hacer
pensar” o “hacer decir” al TÚ. YO no tiene una posición de autoridad para
poder sancionar, por lo que sólo puede incitar a hacer; debe, entonces, "hacer
creer" al TÚ (por persuasión o por seducción) que será el beneficiario de su
propio acto, asegurándose con ello de que pensará y actuará en la
dirección deseada. está en posición de "deber creer" que si actúa es por
su bien.
En una misma situación de comunicación se pueden manifestar varios objetivos, y un
mismo objetivo puede aparecer en diferentes situaciones. No existe, por lo tanto, una
correspondencia biunívoca entre objetivo discursivo y situación de comunicación. La
finalidad se combina con los otros componentes de la situación de comunicación. Por
ejemplo, en el ámbito de la comunicación política se manifiesta un objetivo de
incitación, que se estructura con la identidad de los interlocutores
(político/ciudadano/adversario), con el tema del discurso y su organización (el ideal del
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bienestar social), y con las circunstancias que precisan las condiciones materiales de la
comunicación (mitin, parlamento).
2.2
El nivel de la construcción discursiva
El nivel de la construcción discursiva se instaura bajo las restricciones impuestas por la
situación de comunicación. En él, los elementos situacionales generan instrucciones que
le permiten al sujeto comunicante definir la organización discursiva. Como se mencionó
anteriormente, en el nivel situacional la finalidad constituye la respuesta a la pregunta
¿Estamos aquí para decir qué? En el nivel de la construcción discursiva aparece la
pregunta ¿Estamos aquí para hablar/escribir cómo? Esta última pregunta se relaciona
con las llamadas estrategias de puesta en escena del discurso. Estas estrategias se
clasifican en tres tipos: enuncivas, enunciativas y semánticas.
Las estrategias de orden enuncivo remiten a lo que Charaudeau (1992, 2001) ha
denominado los modos de organización del discurso
1
, a saber, el modo descriptivo, el
modo narrativo, el modo argumentativo y el modo enunciativo. El modo descriptivo
permite nombrar y calificar los entes del mundo de manera objetiva o subjetiva. El
modo narrativo permite organizar el curso de las acciones que los seres del mundo
realizan y los acontecimientos en los que intervienen. El modo argumentativo consta de
una actividad cuádruple: problematizar, tomar posición, elucidar y probar.
Problematizar consiste en “proponer al interlocutor un área temática (una propuesta) y
el marco de cuestionamiento en el cual se desea argumentar” (Charaudeau, 2009e: 280).
Tomar posición consiste en indicar qué punto de vista se quiere defender (a favor o en
contra de qué se está). La actividad de elucidación lleva al sujeto a presentar la cadena
de causalidades que lo condujo a comprometerse en esa toma de posición. Finalmente,
tiene que proporcionar los argumentos que le permitan probar que su punto de vista está
bien fundamentado (Charaudeau, 2009e: 280). El modo enunciativo posee un estatus
especial ya que interviene en la puesta en escena de los otros tres modos de
organización dando cuenta de la posición del locutor con respecto a mismo y con
respecto a los demás.
1
Charaudeau (1992: 635) entiende por modos de organización del discurso un conjunto de
procedimientos que permiten poner en escena el acto de comunicación. Los modos de organización no se
excluyen, ya que pueden encontrarse en un mismo texto, y en ocasiones uno de ellos puede prevalecer
sobre los otros, dependiendo de la intención comunicativa que persiga el sujeto hablante.
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Las estrategias de orden enunciativo remiten a la construcción de los roles enunciativos:
YO (rol elocutivo), (rol alocutivo), EL (rol delocutivo) y a los procedimientos de
modalización que nos muestran las actitudes del orador con respecto a lo enunciado, así
como la imagen de mismo que quiere construir y la imagen que quiere construir del
otro o los otros. Estas estrategias delimitan la situación de enunciación, que se
desprende del marco situacional (Charaudeau: 2001).
Las estrategias de orden semántico remiten a los saberes que los sujetos del intercambio
deben compartir
2
y reconocer si quieren llegar a un entendimiento mutuo. Charaudeau
(2003: 54-57) propone distinguir entre saberes de conocimiento y saberes de creencia:
Los saberes de conocimiento provienen de representaciones racionalizadas de
los fenómenos del mundo, es decir, de representaciones objetivas e
independientes del sujeto. Estos saberes se relacionan con las teorías y las
doctrinas.
Los saberes de creencia provienen de los juicios de valor que se instauran en los
grupos sociales, por lo tanto, dependen de la mirada subjetiva del sujeto. Estos
saberes se relacionan con las ideologías, las opiniones y los comportamientos de
los seres del mundo.
En los saberes de creencia se pueden distinguir tres tipos de opiniones (Charaudeau,
2009d: 35-40):
1)
La opinión común: es compartida por el conjunto de la humanidad, tiene un
alcance universal y se expresa con proverbios, dichos o enunciados de valor
general.
2)
La opinión relativa: es compartida por un grupo de extensión limitada; se
inscribe en un espacio de discusión, por lo que el locutor se adhiere a ella o la
rechaza dependiendo de su pertenencia o no pertenencia al grupo en cuestión.
3)
La opinión colectiva: la comparte un grupo que se caracteriza por tener una
naturaleza esencialista y una fuerte identidad comunitaria.
2
“Compartir” no quiere decir que el sujeto se adhieran a lo expuesto por el otro, sino que reconoce el
universo de discurso del intercambio en el que está involucrado.
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El sujeto debe decidir, considerando los componentes de la situación, si es pertinente
utilizar un saber de conocimiento o un saber de creencia para establecer la fuerza de
verdad
3
de su discurso. Es decir, si funda su discurso en un “orden de las cosas” (de lo
que ha sido establecido como algo universal) o en una doxa que determina una toma de
posición respecto a lo que cada uno considera verdadero. El sujeto también puede
establecer un juego entre saberes haciendo pasar un saber de creencia como un saber de
conocimiento y viceversa. “Esto se ve claramente en el discurso político que trata de
erigir como norma universal proveniente del conocimiento, lo que sólo es norma moral
proveniente de la opinión” (Charaudeau, 2009d: 41).
De esta forma, el nivel situacional y el nivel discursivo se relacionan: la finalidad
determina una cierta elección de los modos enuncivos (descriptivo, narrativo,
argumentativo); la identidad de los interlocutores determina ciertos modos enunciativos
(elocutivo, alocutivo, delocutivo); el objeto del discurso determina la presentación de
saberes de conocimiento o de saberes de creencia; y las circunstancias materiales
determinan la escenografía y la materia semiológica de la puesta en escena del acto
comunicativo. El nivel de las restricciones discursivas puede considerarse como un
lugar intermedio entre el nivel de las restricciones situacionales y el nivel de la
configuración textual.
En este nivel proponemos la clasificación siguiente:
Las estrategias de puesta en escena del discurso
Estrategias
enuncivas
Modos de organización
Estrategias
enunciativas
Procedimientos de modalización
Estrategias
semánticas
Sistemas de pensamiento
Cuadro 1. Las estrategias de puesta en escena del discurso
3
La fuerza de verdad establece un valor de verdad cuando se encuentra en el terreno de la verdad
incuestionable, que se apoya en la evidencia, y establece un efecto de verdad cuando se encuentra en el
terreno de las opiniones, de lo que se cree verdadero (Charaudeau, 2005:162; 2003:60).
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2.
3 El nivel de la construcción textual
El nivel de la configuración textual está determinado tanto por las restricciones de la
situación comunicativa como por las restricciones discursivas. Este estrato remite a las
ocurrencias formales que dan cuenta de ciertas regularidades en la configuración
textual. La situación de comunicación, a través de las características de sus
componentes, da instrucciones para la organización discursiva y ésta a su vez determina
parcialmente la elección de los recursos formales. Charaudeau (2012: 37-38) propone
algunos elementos que se deben considerar en la organización formal:
Las formas de oralidad o de escritura: éstas dependen de la situación en la que se
encuentran los participantes del intercambio: una situación interlocutiva, una
situación monolocutiva, con co-presencia física o sin co-presencia física.
La composición textual: aquí hay que considerar, por un lado, una composición
externa, que concierne al contorno del texto, a la disposición de los distintos
elementos que constituyen su periferia (el paratexto
4
); y por otro lado, una
composición interna: su organización en partes, la articulación entre éstas, y
todo el sistema de iteraciones y anáforas entre una y otra (Charaudeau, 2001).
La configuración lingüística: en la que se estructura todo lo que concierne al
aparato formal de la enunciación; por ejemplo, los distintos tipos de
construcciones, los conectores, los pronombres, además de la fraseología y las
recurrencias léxicas.
El producto de este proceso, el texto, como todo hecho lingüístico, se caracteriza por su
materia significante y por su configuración formal. Pero, al ser el producto de un sujeto
que se encuentra en una determinada situación contractual, se caracteriza además por las
condiciones de la situación comunicativa y por las propiedades singulares aportadas por
el proyecto discursivo del sujeto. El texto resulta, entonces, de un contrato
comunicacional y de la estrategia individual del sujeto (Charaudeau, 2012: 38). La
teoría de los géneros propuesta por Patrick Charaudeau establece así una caracterización
de los discursos basada en los diferentes contratos de comunicación en los que aparecen,
esto permite mostrar en qué medida los contratos son similares o diferentes, si pueden
entrecruzarse o si se incluyen unos en otros; además, permite reconocer las estrategias
discursivas que acontecen en cada uno de los géneros establecidos.
4
Noción que Charaudeau retoma de Genette (1982): Palimpsestes. Paris: Le Seuil.
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3
CARACTERIZACIÓN DEL DISCURSO POLÍTICO
En sintonía con los planteamientos anteriores, en este apartado describiremos los
elementos que integran el contrato de comunicación política, así como las características
generales del discurso político. Para lograr este objetivo, además de retomar los
planteamientos de Charaudeau, consideraremos los modos de persuasión propuestos por
Aristóteles en su obra Retórica y otras propuestas que han realizado algunas autoridades
sobre el tema.
3.1
El contrato de comunicación política
El contrato de comunicación es el reconocimiento, por parte de los interlocutores, de las
condiciones necesarias para producir y comprender un acto comunicativo. Estas
condiciones confluyen en una determinada situación comunicativa. A continuación
detallaremos cada uno de los elementos que forman parte del contrato de comunicación
política.
3.
1. 1 Las instancias del contrato
La primera pregunta que debemos contestar es ¿Quiénes son los participantes de este
contrato? Los participantes son sujetos comunicantes e interpretantes que, en virtud de
sus identidades psicosociales, representan una entidad colectiva. Por ello, no se trata de
sujetos empíricos, sino de instancias (Charaudeau, 2005: 42). En el dispositivo de la
comunicación política participan cuatro instancias: la instancia política, la instancia
ciudadana, la instancia adversaria y la instancia mediática.
La instancia política es una entidad en la que se instauran distintos estatus y diversas
situaciones. Se establecen distintos estatus en relación con los cargos y funciones de los
actores políticos: jefe de Estado, jefe de gobierno, representantes parlamentarios,
candidatos. Se instauran diversas situaciones porque la instancia puede encontrarse en
una situación de debate (en la que tiene que confrontarse con otra parte opositora), en
una situación de declaración (en la que tiene que hacer declaraciones ante el pueblo), en
una situación de campaña electoral (en la que debe defender un proyecto) (Charaudeau,
2002: 116). Esta diversidad de situaciones hace que la instancia política establezca con
la instancia ciudadana distintas relaciones, las cuales dependen de la manera en que la
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instancia política concibe a la instancia ciudadana: como militantes con una orientación
política definida, como un público heterogéneo sin características particulares, etcétera.
Los actores de la instancia política están motivados por el deseo de acceder al poder y
mantenerse en él; pero este anhelo no lo pueden hacer explícito, ya que sería
contraproducente (Charaudeau, 2005: 43). De ahí que el discurso de la instancia política
pueda emplearse para:
Justificar y defender las decisiones y las acciones de los actores políticos para
obtener una aprobación.
Criticar las ideas y las propuestas de los adversarios políticos, intentando con
ello fortalecer su propia posición.
Proponer proyectos políticos en los comicios electorales para hacer votar.
Apelar al consenso social para obtener el apoyo de los ciudadanos.
El hecho de que el actor político represente a una determinada entidad política
(institución, partido) le otorga el derecho para hablar y para dirigirse a los demás de
determinada manera; es decir, le otorga legitimidad en nombre de un status, de un saber
o de un saber-hacer.
La instancia ciudadana está constituida por un conjunto de individuos que tienen
conciencia del papel que deben jugar en los asuntos públicos y políticos de su país. Esto
significa que la noción de ciudadano no se restringe al individuo que tiene derecho a
sufragar, sino que también comprende al individuo que quiere influir en los rumbos de
la vida política, que ejerce y defiende sus derechos y que está atento a los actos de su
gobierno. La composición heterogénea de la instancia ciudadana hace de ella una
instancia de recepción compleja, en la que se establece una multidestinación simultánea
(García y Zoppi, 1992:32). Como ya se ha señalado, la instancia política establece
distintas relaciones con la instancia ciudadana, dependiendo de la situación
comunicativa en la que se encuentre. Por ello, los receptores no siempre serán los
mismos ni se encontrarán en la misma posición. Albaladejo (2000) hace una distinción
entre los receptores facultados para decidir y los receptores que no lo están. Podemos
ilustrar esto poniendo como ejemplo diversas situaciones. En primer lugar, podemos
ubicarnos en un recinto legislativo en donde el receptor prototípico del discurso
parlamentario es un grupo de diputados o de senadores que, en su calidad de
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representantes políticos, tiene el derecho de decidir sobre una determinada iniciativa de
ley. Por lo tanto, este tipo de receptor se encuentra más cercano a la instancia política
que a la instancia ciudadana. En segundo lugar, podemos ubicarnos en un debate de
campaña en el que los receptores del discurso electoral son, por un lado, los ciudadanos
que tienen el derecho a decidir quiénes serán sus representantes, por otro lado, los
adversarios políticos que se encuentran también en la búsqueda del poder. Los
receptores ciudadanos no tienen derecho a decidir de manera institucional cuando son
meros espectadores de los debates parlamentarios y cuando no se encuentran en
periodos electorales. Sin embargo, aunque éstos y otros ciudadanos no puedan decidir
por estos medios, pueden decidir si están o no de acuerdo con las decisiones tomadas
e iniciar así un discurso de reivindicación y de protesta. La instancia ciudadana puede
instituirse como un contrapoder (Charaudeau, 2009c).
Si bien las relaciones que se establecen entre la instancia política y la instancia
ciudadana son mucho más complejas, podemos basarnos en la propuesta de Eliseo
Verón (1987), trasladarla a un plano externo y postular tres grandes tipos de receptores
del discurso político:
El receptor partidario de la instancia política, que comparte con ésta sus ideas,
sus valores y sus objetivos. Este receptor integra un colectivo de identificación.
El receptor indeciso, aquel que todavía no ha tomado una postura. En él se
enfoca todo lo relacionado con la función persuasiva.
El receptor adversario, ciudadano o político, que queda excluido del colectivo de
identificación.
La instancia adversaria compite con la instancia política por la aprobación social y la
conquista de la ciudadanía. Esta situación de rivalidad articula entre estas instancias un
juego discursivo en el que cada una deberá responder, de manera recíproca, a un
discurso precedente que la alude, la critica y la refuta. La existencia de esta instancia
hace que el discurso político adquiera una dimensión polémica.
La instancia mediática, propia del espacio público, en su papel de informar y de
promover el debate democrático, se atribuye el derecho de relatar, comentar e incluso
denunciar el acontecer político. Este hecho, aunando con la labor de edición, la lleva a
transformar y a fragmentar los eventos y los discursos que pasan a través de sus
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múltiples canales: televisión, radio, prensa escrita, internet. Se trata de la mediatización
de la política, es decir, el proceso por el cual los medios masivos de comunicación
imponen su lógica en la construcción de la realidad política (Catalán y Sunkel, 1991,
apud Mangone y Warley: 1994:10). Los actores políticos, por su parte, han sabido
aprovechar los medios de difusión de la instancia mediática, prueba de ello lo
encontramos en los debates televisivos entre candidatos, en las entrevistas que otorgan a
reconocidos periodistas y en los esporádicos mensajes presidenciales en cadena
nacional. La instancia mediática representa para ellos una nueva forma de vincularse
con la opinión pública.
3.1.
2 La finalidad del contrato
Una vez identificados los participantes debemos identificar la finalidad discursiva que
los une. Como mencionamos anteriormente, la finalidad constituye la respuesta a la
pregunta ¿Estamos aquí para decir qué? Siguiendo a Charaudeau (2009b),
propondremos que la situación de comunicación en la que se produce el discurso
político posee un objetivo de incitación. En este objetivo:
YO tiene la intención de “hacer hacer”, “hacer pensar” o “hacer decir” al
TÚ.
YO no se encuentra en posición de poder sancionar al TÚ, por lo que no
puede mandarlo u obligarlo.
YO debe entonces “hacer creer" al TÚ (por persuasión o por seducción) que
si actúa como se le indica será el beneficiario de su propio acto.
se encuentra en posición de "deber creer" que si actúa es por su bien.
La instancia política, ya sea que intente acceder al poder o se encuentre ya ejerciéndolo,
tiende hacia un “actuar sobre el otro”. En el primer caso, intentará hacer adherir al
ciudadano a sus promesas; en el segundo, intentará justificar su acción política. En
ambos casos, la instancia política se involucra en un acto de lenguaje cuyo objetivo es
modificar el saber o el comportamiento de los demás por medio de la persuasión y la
seducción. El discurso político se encuentra, por este hecho, intrínsecamente
relacionado con los modos de persuasión establecidos por Aristóteles en su Retórica.
Para el Estagirita hay tres clases de persuasiones suministradas mediante el discurso:
“unas, en efecto, están en el carácter del que habla; otras, en disponer de alguna manera
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al oyente; otras, en el discurso mismo, por medio del mostrar o aparecer que se
muestra” (Retórica I, 1365a 2-5). Es decir, por un lado, el ethos, con el que el orador se
construye discursivamente una imagen que le permita lograr una mayor identificación
con su auditorio, por otro lado, el pathos, con el que intenta tocar la estructura afectiva
del auditorio para predisponerlo favorablemente a su causa, y finalmente, el logos,
entendido en el sentido de argumentación persuasiva.
2.1.3 El dominio temático y la organización del discurso político
Una vez identificados los participantes y la finalidad del contrato, debemos adentrarnos
en el nivel de la construcción discursiva para establecer el dominio temático y la
organización del discurso político. Como mencionamos anteriormente, Charaudeau
plantea cuatro modos de organización del discurso: el enunciativo, el descriptivo, el
narrativo y el argumentativo. El objetivo de incitación del discurso político nos lleva a
proponer que en la construcción de este tipo de discurso interviene de manera
sobresaliente
5
el modo argumentativo. En efecto, en el discurso político el sujeto se
sirve del modo argumentativo para exponer un marco de cuestionamiento, una toma de
posición y una serie de argumentos, con el fin de que el otro participante no encuentre
refutaciones posibles y termine por compartir la visión que se le propone (Charaudeau,
2009e:280). Por supuesto, en el contexto persuasivo
6
la argumentación no es lógica, no
se trata de establecer la verdad, sino un determinado punto de vista. Es por eso que se
impone una razón subjetiva que, con el fin de producir efectos, se conjuga con
elementos pasionales (pathos) y con la imagen que proyecta el orador (ethos).
El campo temático gira en torno de un ideal de convivencia social, por eso el discurso
político trata lo relacionado con la administración de los asuntos públicos y
gubernamentales (Charaudeau, 2005: 146-147). Como discurso de carácter público que
5
Esto significa que no es el único que se encuentra en el discurso político.
6
Charaudeau expone tres tipos de contextos comunicacionales: el contexto de explicación, el contexto de
demostración y el contexto de persuasión. En el contexto de explicación “la verdad ya está establecida
fuera del sujeto. El sujeto que explica supone que el otro no conoce esta verdad y hace que tenga
conocimiento de ella. Encontramos este fenómeno en las situaciones de información y de enseñanza”
(Charaudeau, 2009e: 281). El contexto de demostración “pone al sujeto en una posición en la que debe
establecer una verdad y aportar la prueba más irrefutable posible de esa verdad. […] Encontramos este
tipo de contexto en las situaciones de coloquios o escritos científicos” (Charaudeau, 2009e: 281). En el
contexto de persuasión “el sujeto no debe establecer una verdad, sino más bien tener razón y hacer que el
otro comparta esta razón. […] Encontramos este tipo de contexto en todas las situaciones de
comunicación propagandísticas, así como en la mayoría de las conversaciones habituales” (Charaudeau,
2009e: 281).
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pretende lograr el mayor consenso posible, se le presentan dos cuestiones
fundamentales: la primera es ¿qué sistema de valores elegir para lograr establecer un
lazo social entre los miembros de una instancia heterogénea? La segunda es ¿de qué
manera presentar esos valores?
En un primer momento podría pensarse que los valores elegidos por la entidad política
se corresponden con sus propias convicciones, sin embargo, en su elección intervienen
otros factores. La instancia política debe considerar que sus valores pueden no coincidir
con los valores dominantes de la opinión pública, por lo que, si quiere obtener un
consenso favorable, tendrá que adaptarse a los valores de la mayoría
7
. Otro factor a
considerar radica en el hecho de que los valores pueden cambiar con el paso del tiempo,
redefinirse y distribuirse de manera diferente entre los grupos de opinión, lo cual
implica que no siempre generarán las mismas opiniones (positivas o negativas).
Algunos valores invocados comúnmente en el discurso político son: la libertad, la
justicia, la igualdad, la honestidad y la solidaridad. Dado que la instancia receptora está
constituida por un grupo heterogéneo de individuos, el discurso político debe presentar
su contenido ajustándose a una condición de simplicidad, lo cual no significa que la
estructura del discurso político sea simple, por el contrario, se trata de presentar de
manera aparentemente sencilla un sistema de valores extremadamente complejo.
Otro factor importante en el discurso político es el tipo de argumentos que se ponen en
escena. No es nuestra intención exponer aquí cada uno de los argumentos que puedan
aparecer en el discurso político, solamente realizaremos una breve y general referencia a
los más recurrentes:
El argumento por el peso de las cosas: se utiliza para justificar una decisión
política; desplaza las indeterminaciones del mundo político hacia las
determinaciones del mundo físico. Ejemplo: “Lo que sucede nos obliga a actuar
así” (Plantin, 2002: 72).
El argumento voluntarista: se utiliza para rechazar el determinismo establecido
por el argumento por el peso de las cosas; permite dar paso a la figura del dueño
de la situación y a la figura del hombre providencial. Ejemplo: “Donde hay
voluntad, hay un camino” (Plantin, 2002: 72).
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Sin embargo, no debe alejarse mucho de los valores que le son propios o característicos, ya que corre el
riesgo de contradecirse y perder el apoyo de sus partidarios.
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El argumento de autoridad: consiste en sostener una conclusión P, puesto que X
dice que P y X es una autoridad en la materia (Plantin, 2002: 145).
El argumento pragmático: consiste en apreciar un acto o un acontecimiento con
arreglo a sus consecuencias presentes o futuras (Perelman y Olbrechts-Tyteca,
1989: 410)
El falso dilema: plantea únicamente dos alternativas u opciones, dejando a un
lado otras posibilidades: De Gaulle o el caos” (Charaudeau, 2009e: 290)
El argumento ad hominem: se enfoca en atacar directamente la figura del
oponente para quitarles validez a sus argumentos. Su estructura básica puede
formularse así (Walton, 2008: 213) :
A es una persona de mala conducta
Por lo tanto, el argumento B de A no debería ser aceptado
Por último señalaremos tres procedimientos frecuentes en este tipo de discurso. El
primero de ellos es la singularización, que consiste en evitar la presentación abundante
de ideas para no generar confusión, ya que, como indica Charaudeau (2009e: 291),
“demasiadas ideas matan la idea”. El procedimiento de esencialización, que a menudo
acompaña al anterior, consiste en presentar y en condensar una idea compleja en una
forma nominalizada. El uso constante de esta nominalización en determinados
contextos, la convierte en portadora de una noción que se impone de manera absoluta e
incuestionable. El procedimiento por analogía consiste en establecer semejanzas con
personas, situaciones y acontecimientos del pasado para generar un impacto en el
auditorio.
3.1.4 Las condiciones materiales del contrato
En este punto surge la pregunta ¿En qué circunstancias se comunica? Para tratar de
responder esta pregunta haremos una breve referencia a algunas de las variantes en las
que se desarrolla el contrato de comunicación política.
En primer lugar, considerando como dos grandes ejes el tiempo y el espacio, y
siguiendo a Velázquez García-Talavera (2002: 273-274), delimitaremos dos momentos
importantes en los que acontece el discurso político: un momento sostenido, que
corresponde a los periodos legislativos y a la actividad política cotidiana, y un momento
álgido, correspondiente a los periodos de campañas electorales. En estos dos momentos
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ocurren variantes diferentes. En el primer caso, los escenarios que enmarcan la puesta
en escena del discurso (y que condicionan los contenidos del mismo) son los
parlamentos y los diversos espacios institucionalmente constituidos; en el segundo, los
escenarios prototípicos son los lugares públicos y los espacios mediáticos en donde
acontecen los actos de campaña (mítines, debates, reuniones, entrevistas). En segundo
lugar, consideraremos las materias y los soportes que forman parte de las condiciones
materiales del acto comunicativo. La materia se manifiesta a través de un sistema
semiológico, que puede ser fónico, gráfico, icónico o gestual. El soporte es, por un lado,
el medio masivo por el cual se trasmite el mensaje: radio, televisión, prensa, por otro
lado, el medio físico que porta el mensaje: papel, pantalla electrónica, etcétera
(Charaudeau, 2003: 135-137).
La conjugación de estos elementos (tiempo, lugar, materia y soporte) nos permite
delinear algunas de las situaciones monolocutivas e interlocutivas que aparecen en este
contrato. Con este fin, y a manera de bosquejo, presentamos el cuadro siguiente:
Variante
Momento
Lugar
Materia
Soporte
Situación
Debate
parlamentario
Interlocutiva con
intervenciones
programadas
Sostenido
Parlamento
Oral y
gestual
Micrófono
Altavoces
Declaración
presidencial en
cadena nacional
Monolocutiva sin
presencia del
público
Sostenido
Espacio cerrado
y adaptado
ex profeso
Audiovisual
y gestual
Radio
Televisión
Entrevista
televisiva
Interlocutiva con
intervenciones
espontáneas
Sostenido
Álgido
Set televisivo
Audiovisual
y gestual
Televisión
Entrevista
radiofónica
Interlocutiva con
intervenciones
espontáneas
Sostenido
Álgido
Cabina
radiofónica
Oral
Radio
Mitin
electoral
Monolocutiva con
presencia del
público
Álgido
Espacio público
o privado,
abierto o
cerrado
Oral y
gestual
Micrófono
Altavoces
Debate entre
candidatos
Interlocutiva con
intervenciones
programadas
Álgido
Espacio cerrado
y adaptado
ex profeso
Audiovisual
y gestual
Radio
Televisión
Internet
Cuadro 2. Variantes del discurso político
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Conclusiones
La perspectiva psicosociológica y semiocomunicacional de Patrick Charaudeau, que se
enmarca dentro del área del análisis del discurso, nos ha permitido presentar de manera
general las principales características del discurso político, a partir de los elementos que
deben considerarse en la determinación de un género discursivo. De esta forma hemos
caracterizado el género del discurso político mediante las instancias que participan en
este contrato de comunicación, la finalidad discursiva que persigue, las estrategias
discursivas que se pone en escena, los modos de organización predominantes, los temas
recurrentes y las situaciones comunicativas en las que emerge. Esto da la posibilidad de
lograr una mejor comprensión de los fenómenos discursivos que se quieran analizar.
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