Al respecto, la opinión más difundida (Caro, 2017: 252 ss) es que para el
adolescente educado en las redes sociales, éstas les da status de identidad ya que crean
dependencia a los artefactos tecnológicos debido a que trae recompensa inmediata:
pueden encontrar distintas respuestas ante su curiosidad de buscar información, aprender
y experimentar, jugar, escuchar música, comunicarse. Todos estos aspectos pueden llegar
a ser ventajosos para la formación del individuo; no obstante, hasta ahora no hay
argumento que cuestione la adicción a los aparatos móviles y redes sociales, ya sea por
su alcance en términos económicos y de disposición de los adultos, sin reparar sobre el
impacto que expone a su personalidad ante agentes externos de alto riesgo.
Otra vertían de riesgo la comenta Moral (2013:14) quien afirma que “el riesgo y
juventud son términos que prácticamente van de la mano y aún más cuando se emplean
en el mundo virtual, ya que desde este entorno pueden generarse numerosas conductas
peligrosas para la persona”. Este autor advierte que las redes sociales tienen parámetros
de seguridad en cuanto ideal e ideal, es decir deberíamos esperar que el ser humano
respete la edad, es decir la importancia de que los usuarios tengan la mayoría de edad, sin
embargo, estas buenas intenciones en la práctica no del todo se ajustan a los perfiles de
usuarios. Debía permitirse, dice, una edad en la cual el individuo tenga conocimiento de
las consecuencias y los límites de compartir información, navegar en distintos sitios o
participar en actividades en las redes sociales de entretenimiento donde se expresa la
violencia y el uso de lenguaje soez. Sin embargo, los progenitores o la familia, en algunos
casos, brindan al menor la oportunidad de utilizar los dispositivos tecnológicos y las redes
sociales sin tener algún límite o supervisión.
También existe la vertiente filosófica de Byung-Chul Han (2014: 16) quien dice
que la nueva masa digital (el uso de la internet y las redes sociales) es un enjambre carente
de alma y de espíritu de individuos aislados que no transforman nada solo se dedican a
dar opiniones y malestares que no modifican el rumbo de las instituciones ni de las
estructuras de poder. Lo cual implica la falta de conciencia y responsabilidad por parte
del enjambre, si acaso suscitar áreas de oportunidad de distintas formas. Al respecto, se
puede ver propenso a ser víctima de algunas situaciones de riesgo como extorción,
secuestros, pornografía, ciberbullying o incluso situaciones no peligrosas en cuestión
física y emocional ya que a causa de la facilidad que brindan los aparatos tecnológicos se
dejan a un lado habilidades y destrezas que desarrolla la búsqueda de información,